Animados, Morrissey en Tecnópolis

Morrissey se intoxicó en Perú y fué demasiado para una persona ya grande que viene de algunos achaques físicos. El cuerpo le puso un límite a su esfuerzo de ir, cantar, soportar a los fans y regresarse a casa con algunos pesos más en su caja jubilatoria. Una escherichia coli le interrogó sobre si valía la pena ir otra vez para el sur. Dijo que no pero las obligaciones le hicieron torcer esa decisión. Y ahí, sintiendo otra vez el peso sobre sus años, prefirió regresar a decir que no. Los vaivenes del viejo Morrissey aumentaba la presencia en las redes. Una presencia que se reduce a ser nombrado. Si sarte viviera escribiría ?Trending Topic y la Nada?. Porque el ser se hizo Nada. Histérico, garca, no se puede confiar en los vegetarianos fueron algunos de las nuevas maneras del pobre Morrissey. Finalmente no vino y llegó el día del no show. Su público lo festejó con chistes sobre estar yendo a ver show, haciendo la previa o directamente decir que se estaba ahí a la hora del evento. La Nación y Clarín publicaron que el recital se hacía. Clarin con el detalle de escribir el apellido con una ?s? menos, lo que hizo que todo el mundo hiciera chistes con eso. En pleno no show, tuiter y fb estallaban de referencias. Idéntico o más que cuando tocó en GEBA la última vez. Faltaba sólo el registro retratográfico, aunque la retrato de la nota que anunciaba el show del Morrissey con una sola ese fuese posteada algúnas veces. En el registro mnésico, Morrissey tocó. El no show tuvo lo significativo de estos días, tener un asunto del que tuitear o postear en fb. La existencia es la respuesta a una consigna. Al no venir, Morrissey dió algo que en vivo ya no puede: ofrecer algo diferente para que se hable en las redes. El consumo de lo no importante, de la cáscara y el carozo, hizo que su no show en Tecnópolis afuera genial: se pudo tuitear sobre eso sin tener que soportar el precio de la entrada, cruzar la Común Paz, la lista de asuntos previsibles y la vuelta a casa con hambre.