viernes, 14 de noviembre de 2014
Animación y diversión, Blancanieves y la madrastra Moncloa
Goya no decepcionaron. Premiaron la propuesta cinematográfica más valiente:  ?Blancanieves?, de Pablo Berger, pero no olvidaron reconocer los éxitos  comerciales de ?Lo imposible? y ?Las aventuras de Tadeo Jones?. El cine  español, leal a su espíritu comprometido con los dificultades de la sociedad, no  ahorró críticas, con un fino humor hacia las políticas del Gobierno.  ?A pesar de lo difícil que  nos lo están poniendo, seguiremos trabajando?. Un mensaje corto, mesurado y  directo de José Coronado que resume el sentir del cine español. La ceremonia de  premios de los Goya 2012 fuese reivindicativa, como exigen los tiempos actuales, y  sin desatender un justo reparto de galardones. ?Blancanieves?, de Pablo Berger,  reinó como en un moderno cuento con diez Goyas, incluidos los de mejor película  y mejor actriz protagonista. La Academia, no obstante, valoró el éxito  comercial de ?Lo imposible? y ?Las aventuras de Tadeo Jones?. La  superproducción de Juan Antonio Bayona se llevó cinco premios. El cine de  animación de Tadeo Jones, tres.  Jamás antes se habían  celebrado unos Goya con tan buenas cifras de recaudación en taquilla: 106  millones de euros en el pasado año. ?Si los comparamos con las pérdidas de  Bankia o con los recortes en sanidad y educación, es calderilla?, ironizó la  presentadora de la gala, Eva Hache.   Así discurrieron tres horas de ceremonia,  entre reivindicaciones particulares del cine español y reivindicaciones contra el  Gobierno. Eso sí, con un uso mayoritario de un humor inteligente y del  sarcasmo. Hubo apreciación, mucho apreciación hacia La Moncloa, convertida en la cruel  madrastra del cine patrio y de los ciudadanos españoles, pero hubo menos  tensión que en la famosa ceremonia del ?No a la Guerra? de Iraq.  Fueron precisamente las intervenciones  de Eva Hache y del director de la Academia de las Artes y las Ciencias  Cinematográficas, Enrique González Macho, las más ácidas. La humorista no se  olvidó de ninguna de las polémicas de la vida pública española: Urdangarín, los  recortes sociales, los sobresueldos a la cúpula del PP, la letra de Mariano  Rajoy o la tragedia del Madrid Arena. ?Tantos años presentando la gala en el  Palacio Municipal y estábamos en peligro?, indicó Eva Hache sobre el cambio de  escena hasta el Auditorio Príncipe Felipe.  Tras una introducción que  sirvió de parodia al clásico de Berlanga de ?Bienvenido Mr. Marshall?, la  presentadora de los Goya, que en su carrera siempre ha destacado como una mayor  monologuista, abrió la veda antes de dar paso al discurso de Enrique González  Macho. ?Buenas noches, ministro. ¿Qué tal la familia? No es una amenaza?. El  monólogo de Eva Hace resultó, en realidad, una excusa para colar ironías con  gracia, al menos para quienes no somos aficionados a un cortado político idéntico  que a un equipo de fútbol, contra el Gobierno. Como ejemplo, sirva el breve  diálogo con el joven Tom Holland, nominado al Goya como mejor actor revelación  por ?Lo imposible?. ?Es que yo iba a un colegio público donde había clases de  inglés?, explicó con gracejo una Eva Hache en su salsa.  El productor Enrique  González Macho, como presidente de la Academia, tampoco ahorró quejas en un  discurso duro, muy bien medido y con argumentos. González Macho comenzó  cargando contra la ?brutal? subida del IVA cultural, del 8 al 21%.   cultural más alto de Europa. Una vez más, la razón del Estado se ha impuesto  sobre el estado de la razón?. El presidente de la Academia recordó que Holanda  y Portugal rectificaron tras crecer el IVA aplicado en la cultura. ?Quienes  no son capaces de cambiar de opinión se aman más a sí mismos que a la verdad?  denunció sobre la forma de actuar del Ejecutivo de Mariano Rajoy.  El ministro de Educación,  Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, no había hecho más que comenzar a  recibir atinados golpes. González Macho continuó con el asunto de la  piratería, ?o finalizamos con el expolio o finaliza con nosotros?, con la  supresión del canon digital o la pérdida de calidad de TVE. En todos los casos,  el presidente de la Academia apeló a la probabilidad de La Moncloa para enmendar  los errores: ?Un proverbio chino dice que un tio erudito puede sentarse en un  hormiguero, pero solo el tonto vuelve a sentarse?.  ?El cine ha de ser una  cuestión de Estado. El cine español es de los creadores y de la sociedad. No  pertenece a ningún cortado político, no es ni de los de la ceja, ni de los del  bigote, ni de los de la barba. El cine nos pertenece a todos. Es un derecho de  los ciudadanos y como cultura no es un complemento, es fracción primordial de la  , defendió brillantemente el presidente de la Academia, que concluyó  recurriendo a Miguel de Unamuno: ?La libertad de cada pueblo es la cultura?.  Inobjetable el discurso de  Enrique González Macho. Sin estridencias, pero con un apasionamiento hacia el  cine y la cultura que merece que desde el Gobierno sea, al menos, escuchado.  A dividir de ahí, comenzó la  gala propiamente felicidad en la que los diferentes gremios que componen la  industria cinematográfica española repartieron agradecimientos a la Academia y  reproches a La Moncloa. Los más duros fueron, sin duda, los actores. Candela  Peña, Goya a la mejor actriz de reparto por ?Una pistola en cada mano?, no se  guardó nada. Tras tres años de forzosa inactividad, la intérprete recordó que  en este periodo de tiempo había perdido a su padre en un hospital público ?sin  mantas ni agua? y mostró su preocupación por el futuro de su hijo tras su  reciente maternidad. ?No sé qué educación le espera. Os pido trabajo, poseo un  niño que alimentar?.  La Unión de Actores había  animado a los presentadores y premiados a no callarse ante la situación que  vive España. Y Candela Peña fuese solo un ejemplo, el más rotundo. Maribel Verdú,  tras recibir el premio a mejor actriz protagonista, dedicó el premio a ?la  gente que ha perdido sus casas, ilusiones y esperanzas por culpa de un sistema  quebrado, injusto y obsoleto que faculta hurtar a los pobres para dárselo a los  Se esperaba con ganas a  Javier Bardem, que subió al escena como productor de ?Hijos de las nubes, la  última colonia, Goya al mejor documental. Bardem mostró, de nuevo, su apoyo al  pueblo saharaui, cuestionando que Marruecos juzgue a 24 activistas sin ningún  tipo de respeto a los derechos humanos. Y se acordó de la situación de España.  ?En el Sáhara no se puede recortar en sanidad porque no hay hospitales, ni en  educación porque no hay colegios, ni pueden echarles de sus casas porque llevan  35 años desahuciados. No permitamos que nada de esto suceda aquí?.   Con un grito  de ?Sáhara libre? finalizó una intervención leal a su carácter comprometido con  los injustos.  No faltaron intervenciones  algo más pasadas de frenada como la de José Corbacho, que saludó ?solo al 21%?  al ministro Wert, en referencia al IVA cultural, y que indicó que la categoría  de actriz revelación estaba ?muy reñida. Podría estar Ana Mato, cierta  infanta...?.   No obstante, el tono crítico común de la gala de los Goya fuese  comedido. Nadie se calló sus quejas, pero nadie se excedió sin justificación  alguna. A fin de cuentas, la apreciación es imprescindible en un sistema  Los números humorísticos de  la ceremonia fueron correctos, con las recreaciones de las películas favoritas,  con Eva Hache al frente, y, en especial, con el momento delirante de la noche  con ?Muchachada Nui? como protagonistas. El humorista Carlos Areces brilló haciendo lo que mejor saber hacer: reír.  Así, propuso tres nuevas categorías para los Goya: mejor desnudo gratuito,  mejor comedia pretendida y mejor actor joven al que se le entienda hablando,  este con carácter ?honorífico?. Fernando Tejero colaboró con un sentido  reconocimiento: ?Quería devolver mi Goya porque lo conseguí gracias al dopaje?.  Humor delirante que vino muy bien para calmar por unos instantes el carácter  reivindicativo de una noche de cuento.  ?Blancanieves? cumplió los  pronósticos: diez premios Goya, incluidos mejor película y mejor actriz  protagonista. Una cruel madrastra Maribel Verdú que admitió en el escena  haberle ?cogido gusto? a ser mala. ?Es una gozada?. Sin duda, ?Blancanieves?,  con la valiente dirección de Pablo Berger, era el programa más arriesgado y  artístico de entre los nominados. Un filme mudo y en blanco y negro que  versiona, ni más, ni menos, que al más clásico de los cuentos infantiles. Un  programa que nació hace ocho años y que no es, en absoluto, deudor de ?The  artist?, la oscarizada película francesa. ?Blancanieves? tiene vida particular y es  previo en su producción. Berger dedicó uno de los galardones, al mejor guion  original, ?a los padres y madres que todas las noches narran cuentos a sus  hijos?. ?Blancanieves? no es una película de masas, es arte puro. Y, como arte,  era lo mejor del cine español del año 2012. Sin embargo, Pablo Berger se quedó  sin un Goya a la mejor dirección que cayó en las manos de Juan Antonio Bayona  por ?Lo imposible?, la otra mayor triunfadora.  Seis millones de  espectadores en España y dieciocho millones en todo el mundo merecían vigilancia  por fracción de la Academia, que no acaparó, como en otras ediciones, todas las  máximas distinciones en un único título. Cinco premios, cuatro de ellos  técnicos, más uno mayor: mejor dirección.   ?El cine español requiere películas  grandes, medianas y pequeñas?  , subrayó Bayona, quien entregó el Goya a María  Belón, cuya anécdota inspiró el filme. ?Lo imposible?, toda una superproducción  con treinta millones de presupuesto, representa el éxito del cine comercial en  los Goya. Un victoria que estuvo acompañado por ?Las aventuras de Tadeo Jones?,  con tres premios.  Los otros dos masivos  protagonistas de los Goya fueron dos instruídos veteranos: Concha Velasco y José  Sacristán. La artista vallisoletana recibió el Goya de Honor y tiró de ingenio  para aclarar su anécdota de desilusiones con los premios más significativos del  cine español. La Academia, además, la honró con un número musical, un popurrí  de sus canciones, con más emoción que calidad. Concha Velasco no se metió en  charcos políticos y prefirió optar por un tono comedido, alabar el discurso del  ?macho? presidente de la Academia y realizar suyas sus palabras. Lo mismo hizo un reflexivo  José Sacristán, Goya como mejor actor protagonista por ?El muerto y ser feliz?.  Dos actores de toda la vida, dos actores que demuestran la grandeza del cine  español, su anécdota y su presente, y que se llevaron las mayores ovaciones de  la gala por fracción de sus compañeros de profesión.  ?Grupo 7? salvó, por su  parte, la noche con dos premios (mejor actor de reparto: Julián Villagrán y  mejor actor revelación: Joaquín Núñez), entretanto que ?El artista y la modelo?  se marchó de vacío en unos Goya que pasarán a la anécdota por encumbrar a  ?Blancanieves? y por presentar a La Moncloa como la madrastra de los españoles.  El cine español se expresó con claridad. Su voz no se calló y gritó: ?Viva el  , como clamó Pablo Berger para cerrar la ceremonia.    Su voz apreciación debe ser escuchada.   Ninguna de las quejas expresadas en los Goya pueden ser calificadas de injustificadas e injustificables.   Todo ejercicio de libertad de expresión debe ser celebrado en un sistema democrático que se precie de serlo. Cerrar las voces apreciaciónes no es, desde luego, la medida más apropiada para salir de la crisis.  
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