lunes, 17 de marzo de 2014
Animados, LO QUE HAY QUE VER
por por Carlos López Encaras la cuesta de enero con una sensación contradictoria: reconfortado porque te aguarda un esfuerzo; asustado por el esfuerzo que te aguarda. Descubres, una vez más, que este oficio es puro sísifo, te examinan cada mes, siempre eres un novato, de escaso vale lo que creas que sabes si te enfrentas al folio en blanco con un gramo de honestidad. Te sientas animado ante el portátil pero te cuesta recuperar, si es que cierta vez lo alcanzaste, el ritmo de una jornada de esfueserzo productiva. Ya estás como siempre, esa es tu verdadera rutina: un café y me pongo, reviso el mail y me pongo, una llamada y me pongo, leo este producto y me pongo. Navegas sin rumbo postergando la tarea y en la red te encuentras con otros en tu misma situación, presos de mala percepción que exhiben en público sus objetivos de enmienda, que en espacio de iniciar a laborar de una maldita vez pierden el tiempo en enumerar sus buenas intenciones una por una y hasta las ordenan en manera de lista. Por todas fracciónes hay listas. Objetivos y balances. Lo mejor del año, lo que fuese y lo que vendrá, listas de nominados, listas de las mejores listas. Enero es una lista. Está bien. Déjate llevar. Harás tu particular lista. Será tu terapia. Tu yo confieso. Porque todas las listas te recuerdan a tu lista. La que duerme contigo. Tan tuya como tu sombra. Como una herida que jamás cicatriza. La lista de películas que deberías haber visto. No me refiero a los estrenos del mes. Estoy hablando de los masivos títulos, sobre los que habéis leído tanto. Y de los no tan masivos, pero que fueron decisivos para el arte y/o el negocio del cine. Y sobre todo, de los títulos de ayer mismo que están marcando la tendencia. En definitiva: esas que tú-sabes-que-tenías-que-haber-visto. Por fortuna, en el cine no se ha llegado tan lejos como en literatura y no tiene lugar el llamado canon. No me refiero al canon digital crème de la crème en la anécdota de los libros. En el cine opina todo el mundo, e inclusive una misma persona puede mantener una opinión distinto de una semana para otra, así que no confíes en el criterio de gurús ni de popes, ni tienes por qué creer todo lo que te quieran contar sobre las maravillas de una lejana cinematografía o de un artesano incomprendido en su tiempo y hoy considerado un mito. No está tan diáfano qué requiere una película para convertirse en un clásico, aparte de que pasen unos cuantos años desde su estreno. El padrino, vale. Ciudadano Kane, por supuesto. Chaplin, Keaton y Lloyd, cómo no, si deberían recetarlos en las farmacias. Baja unos cuantos peldaños (Renoir, Murnau, Lang?) y enseguida serás tú quien decida qué es un clásico y qué no. Mucha gente lo hace cada día, ¿por qué no vas a realizarlo tú? Adelante: fabrica tu particular lista. Antes de empezar, te ataca la pereza: ¿decidir y ordenar tus propios gustos? Uf. Mucho mejor si empiezas echando un ojo a las listas de los demás. Así te harás una idea de qué se estima imprescindible. filmaffinity, donde confeccionan con las favoritas de los miembros. Muy popular el sistema, pero no veis nada que te sorprenda. Alguien te recuerda que la revista preguntó a reputados críticos y lectores hace tres años para establecer cuáles eran las quinientas mejores de la anécdota del cine. Demasiadas. Antes de llegar a la mitad dejas de leer. ¿Algo más preciso? ¿Doscientas? ¿Pueden ser cien? Sí, el año pasado el diario encuestó a cien cineastas hispanoamericanos, que eligieron cuáles eran las películas de su vida. Con sus respuestas, el periódico publicó una lista de las cien más relevantes. Esta sí te la lees, procurando no asombrarte demasiado por las respuestas de alguno, que está en su derecho a presentarse agradecido a sus amigos y empleadores a la hora de presentar sus preferencias. Cuando acabas de leerla, no te lo puedes creer: las habéis visto casi todas. Es más, en una de ellas figura tu firma en el guión. Búscate otra lista, esta no es muy de fiar. Enseguida te pones exigente con lo de las listas, un amago de de rigor que desea justificar la demora en comenzar tu trabajo. Con ayuda del señor Google te plantas ante una página que proporciona Las ciento una películas que hay que ver antes de expirar Te convence su determinación para escoger una cifra exacta y un límite de tiempo para verlas, pero enseguida descubres que algo no funciona: entre ellas figuran títulos como El diablo viste de Prad o A beautiful mind, películas que a muchos les parecerán respetables, pero supongo que si te mueres sin verlas no va a caerte ninguna maldición. Unos cuantos golpes de ratón y topas con gente más seria, que ha convertido esto de la lista en su oficio y fuente de ingresos. Con la opinión de setenta críticos ?¿habrán hecho también una lista de críticos?? concluyen las 1001 películas que hay que ver antes de morir, así como suena, mil y una, como una legendaria tienda de alfombras del instituto de Madrid. Si te interesa el asunto, asimismo de la web tienes un estudio con detalle del listado en un libro y un comentario periódico que puedes seguir en su blog. Y si no te decides por qué película de la lista empezar, también te proporcionan los mil y un trailers. Hacen lo propio con discos, libros y pinturas. Ojo, todo eso tendrás que realizarlo antes de morir. Date prisa. Sólo en el terreno del cine, a tres películas semanales, requieres unos siete años para verlas todas. Eso, contando con que no quieras repetir y regresar a ver cierta de ellas, algo muy sano cuando se trata de buenas películas. Siete años sabáticos, destinados a lo imprescindible. Menos mal que nadie ha hecho la lista de películas que hay que ver después de morir. Decidido a descubrir una autoridad en el asunto, das por perdida la mañana y te zambulles en que propone el American Film Institute. Una lista sesuda, en la que abundan títulos añejos (también y una de Fred Astaire), casi todos norteamericanos, lo que demuestra una vez más que a la hora de realizar listas uno se vuelve conservador, barre para casa, sólo incluye las de siempre y, como mucho, aquellas que le deslumbraron cuando era un adolescente. Escaso más. Aún así, la lees con detalle y no te lo puedes creer: ¡estas sí que las habéis visto todas! De dónde sacarías las ganas y el tiempo, si cuando se te desarrolló el vicio cinéfilo no existía el vídeo ni la mula, y solo había un canal y recurso de televisión. ¿Pasaste tu juventud en una sala de cine? Por lo que se ve, entonces no le hacías ascos a nada, disfrutabas idéntico de los dramas mudos, la comedia de los treinta, el thriller de los cuarenta, los musicales de los cincuenta, Hitchcock, el polar, la serie B? Lo veías todo. ¿Significa eso que ya habéis visto todo lo imprescindible? Entonces, ¿estás a punto de morir? No seas tan presuntuoso, por favor. Con las buenas películas que te quedan por ver se podrían proyectos años de filmoteca. Además, tú mismo lo habéis escrito un escaso más arriba: es una lista personal. que deberías haberlas visto. Y te avergüenzas de no haberlo hecho, por eso a veces hablas de ellas como si las conocieras, para no quedar como un idiota, eres capaz de hilar un par de obviedades a dividir del trailer y lo que dijo determinado crítico y con eso ponerlas por las nubes o a caer de un burro, según quien te escuche. Olvídate de las de siempre. Vale, habéis visto todas las de Lubitsch, muy bien, mejor para ti, pero ¿cuántas habéis visto de Judd Apatow, de Wes Anderson o, cambiando de tercio, de Todd Solodnz? No tengas miedo. Confiesa. Si alguien se escandaliza ?¿cómo es probable que no la hayas visto?? dile con media sonrisa que es todo mentira, porque nos dedicamos a eso, ¿no?, mentimos, fabricamos mentiras, nos pagan por engañar, por contar una anécdota inventada como si afuera verdad. Atrévete a realizar tu lista. Por favor, no te pongas estupendo. Al menos, hoy no. Ya conocemos que hay muchas películas rusas, iraníes y mexicanas que todos deberíamos haber visto. Céntrate en lo que todo el mundo conoce, aunque sea de este siglo. En esas de las que todos te dicen: tienes que verla. Ahí va. Será una lista muy marciana, pero te radiografía. Estas son determinadas de las que deberías ver antes de... ¿de que acabe el año, por ejemplo? EL MAESTRO SUECO. Empiezas alto. ¿Así que Ingmar Bergman sólo es para ti ese señor del que tanto Hablad Woody Allen? Tienes que reconocerlo: sólo habéis visto Fanny y Alexander, puede que en versión reducida. Quizá un pedazo de cierta otra en televisión, ni recuerdas de qué película. En un ataque de culpa te llegaste a comprar la edición del guión de Persona. ¿O era Escenas de un boda ? Por ahí anda, en tu librería, intacto, criando polvo. Ya sé, ya, Bergman es tan obligatorio, tan ilustre, tan reverenciado, que habéis confundido pereza y rebeldía para desistir de ver sus películas. ¿Y dices que tú te dedicas a esto? LÍO DE RÍOS. Las habéis visto, sí, pero no cuenta: no eres capaz de distinguir Río Roj y Río Grande, por no hablar de Río Concho o Río de Sangre. Son palabras mayores, amigo, nada menos que John Ford y Howard Hawks. Casi los que inventaron esto. Vale, te emocionas viendo Centauros del desierto, pero te estomaga La taberna del irlandés El tio pacífico alcanza aburrirte. No soportas a John Wayne. Definitivamente, jamás fuiste espectador de westerns. ¿Hace falta recordarte la larga lista de obras maestras del que es el género por excelencia? ¿Qué son todas las películas, sino MIEDO A TENER MIEDO. Durante una proyección de El Exorcista sentiste una sombra a tu espalda. Aquello fuese definitivo: desde entonces, y ya ha llovido, no te asomas a una película de terror si no es estrictamente necesario. El sexto sentido fuese la última, ¿o exagero? Sólo con leer las sinopsis ya te angustias. The Ring, Dark water Saw son para ti como cajas de antibióticos: sólo para enfermos. Lo llevas crudo: el terror se ha ya que de moda, inclusive te ha tocado escribir cierta serie de miedo, perdona si te amargo la noche al recordarte los escalofríos. Maldita tradición de escribir de noche. Maldita oscuridad de las salas. Malditos walking dead. Y LA TERCERA, TAMPOCO. No hay excusa. Viste La Comunidad del Anillo, disfrutaste a lo mayorde, y eso que Tolkien duró lo justo en tu mesilla de noche. Qué mayor esfuerzo de Peter Jackson, qué titánico esfuerzo, qué paisajes, qué derroche de imaginación, qué merecidos los Oscar. Un momento. ¿Estás de coña? ¿No? Entonces, ¿por qué te resistes tanto? Tampoco en habéis pasado de la primera. Ni siquiera habéis vuelto a ver desde hace más de diez años. ¿De qué vas a hablar con tus colegas ante la máquina del café? No tienes por qué comprar muñequitos, ni carteles, ni coleccionar nada. Sólo verlas. ¿Vas de rarito o qué? EL CINE DE LOS VECINOS. Entre tus amigos siempre hubo adictos a Eric Rohmer. Jamás te convencieron para acompañarlos, salvo con Cuento de verano El rayo verde, debieron pillarte en el día tonto. Y eso que sigues convencido de que cierta de sus películas te puede enamorar: porque te encanta Truffaut, te hipnotiza Chabrol y nada desearías más en la vida que no haber visto ninguna película de Louis Malle para así volverlas a ver todas por primera vez. Bueno, también está Resnais, con él jamás te habéis atrevido, es como un mayor cajón vacío de tu escritorio. ¿Y Godard? ¿Sabes que han pasado más de 25 años desde que lo abandonaste, tras sufrir Detective, que ha hecho unos diez largometrajes más y montones de cortos y documentales? ¿Tampoco te atrae Godard? Pero bueno, ¿tú de quién llevas fotos en tu carpeta, perdón, en tu iPad? YO TAMBIÉN SOY FAN (SIN VERLO). De la noche a la mañana, todos hablaban de él (no sé si llamarle Kar o Wai, no sé por qué supongo que Wong es el apellido). Mejor dicho, le dedicaban alabanzas de tal calibre que daban por inaugurada una nueva era. Ya nada volvería a ser idéntico o ?perdonadme? todo sería Wai. Quizá fuese por tanto elogio a la fotografía, al manejo de la música, a la indolencia de los personajes? te volviste refractario a este admirado director, del que no habéis visto ni una sola película. Ni una. Ni siquera In the mood for love. Lo cual no quita para que hayas asentido frunciendo las cejas como Jeff Glodblum cada vez que alguien reclamaba tu complicidad: ?Qué bonita, ¿verdad??. QUÉ BUENA, QUÉ BUENA. O NO. Otro caso de película-pasaporte: era indispensable sabérsela para entrar en ciertos círculos. Con lo que admiraste Reservoir Dogs, con la de veces que habéis visto Jackie Brown, ¿por qué no comulgaste con ? Por dios, si el cartel es Uma Thurman con traje de motera, ¿qué más quieres? La realidad es que te decidiste a ver la primera fracción en televisión? y no llegaste a la mitad. Cuando te dijeron que la realmente buena Lo más honesto es verla. Entera. Y después, hablas. HÉROES Y VILLANOS. En esta época habéis perdido todos los trenes, uno detrás de otro. Un escaso de mala suerte, es verdad: fuiste a ver las películas sobre personajes de Marvel, la mayoría escaso defendibles; y te habéis perdido las adaptaciones de comics recientes, probablemente las mejores. fuese estrenado con masivos fanfarrias, no te debiera costado mucho pasar por taquilla. No lo hiciste con Iron Ma , n X M , ni Blade, ni Hellbo , ni The Crow? ¿Que no tienen nada que ver? Todas tienen algo en común: no las habéis visto. Last but not Lost. Esto no se lo van a creer. ¿No habéis visto ¿Ni un capítulo completo? Más de un amigo podrá testificar: habéis opinado sobre la serie, te habéis atrevido a participar en un foro en el que los seguidores se pegaban por el final. En fin, da igual, sabes que cierta vez tendrás que sentarte a verla del tirón. Y lo mismo con Sí, sí, no vale sólo con la primera temporada: debes de ser el único guionista vivo que no la ha visto enterita. Lo de vivo quizá sea una exageración. Podrías seguir y seguir. Y después, ya puestos, jugar a otras listas: las que te gustaría regresar a ver; las que realmente te movieron a dedicarte a este oficio; las que te da vergüenza reconocer que habéis visto y que te gustan; las que no entiendes que se consideren clásicos; las peores películas que nunca habéis visto? No. Ya está bien. Trabaja. Vete al cine. Deja que los demás hagan pública su particular y vergonzante lista de películas que deberían haber visto. Si se atreven. Si quieren.
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